
¿Cuáles son nuestras metas, anhelos, deseos y sueños? ¿Y de qué manera estamos trabajando activamente para concretarlos?
Muchas veces vemos frustrados nuestros planes porque se interpone una de las emociones más frecuentes que padecemos los seres humanos: el miedo. Y es correcto mencionar la palabra “padecemos”, porque el miedo muchas veces lo sufrimos.
Los miedos tienen distintos orígenes, y, descartando algunas experiencias que puedan provocar dolores del pasado (en este caso, hay que consultar con un psicoterapeuta), dentro de los más frecuentes en los seres humanos encontramos el miedo a la muerte, a la soledad, a la enfermedad, al futuro, a fracasar, al ridículo, a tomar decisiones, al cambio o a recibir críticas; por citar sólo algunos.
En muchas personas, el miedo se apodera tan en carne propia que a veces llega a transformarse en manifestaciones físicas, como enfermedades que pueden llegar a ser muy desafiantes.
Para atravesar esta conducta que nos limita, es necesario analizar la dinámica del miedo. De esta forma, podrás desarticular su poder aprovechando tu propio potencial.
El miedo, en principio, tiene una diferencia sustancial con el temor. El temor es aquello leve que nosotros podemos sentir ante alguna situación de inseguridad o algún hecho recurrente, o incluso alguna patología que requiere un tratamiento profesional para superarlo. En cambio los miedos generalmente están arraigados muy profundamente dentro de nosotros y parten de muchas creencias que nos están limitando. Esas creencias a las que les hemos dado tanta potencia, tanta fuerza, se transforman con el tiempo en paradigmas y definen nuestro accionar en la vida o nuestro “no accionar”, porque justamente el miedo nos frena a conquistar lo que verdaderamente queremos.

Hay una interesante síntesis sobre qué es el miedo, y parte de “FEAR” (miedo, en inglés). Veamos:
F = Fantasía
E = Expectativa
A = Aparentemente
R = Real
El miedo es una construcción, una fantasía, y generalmente los seres humanos inflamos y le damos más énfasis al miedo que a nuestras propias posibilidades.
El miedo surge también de la expectativa que tenemos cuando queremos atravesarlo para lograr ciertas cosas. Si nuestras expectativas son demasiado desmedidas, posiblemente arranquemos dando un paso un poco temeroso e incluso podemos llegar a frenarnos antes de llegar a nuestro objetivo final.
Por último, el miedo es “aparentemente real”, nosotros lo sentimos como algo propio, que no sabemos cómo atravesar, y, sin embargo cuando, lo empezamos a desmenuzar, tomándolo parte por parte, nos damos cuenta, cuando podemos mirar a la distancia los hechos que hemos logrado conseguir atravesándolo, que no era tan grande y que no era tan imposible.
¿Qué hacer?
- Un primer paso para analizar el tema del miedo es que nos animemos a experimentar.
- Dar un paso tras otro, persistir, es la clave para poder atravesar y derribar uno a uno nuestros miedos más profundos y así conquistar una vida con mayor libertad y plenitud.
- Prueba con pequeños desafíos que te despiertan miedo; observa tus emociones; contrólalas sabiendo que no hay peligro en este proceso; y gana confianza.
- Anímate a hacer algo nuevo todos los días, por más disparatado que te parezca: se trata de una experiencia para vencer el miedo y para esto, hay que probarlo.
- “Háblale al miedo”: escríbele una carta, díselo mirándote al espejo, grábalo con tu voz y exprésale lo que sientes. Son formas de sacar afuera el miedo que tienes dentro.
- Comparte tu experiencia con otras personas, y conforma una red de apoyo. Pide ayuda.
- Si sientes que no logras superar tus miedos, busca ayuda profesional. Los psicoterapeutas, el trabajo corporal como el yoga, la meditación, la gimnasia rítmica y cualquier actividad física, te ayudarán a drenar esa energía contenida y a dejar espacio para lo nuevo.